Crónica del concierto del 22 de noviembre de 2008 en el Gran Rex de Buenos Aires
De vez en cuando la vida
¡Qué capacidad que tiene el Nano para reinventarse a si mismo!
¿Cómo puede hacernos vibrar con sus bellas canciones que hemos escuchado una y mil veces?
Estas son cuestiones que uno analiza cada vez que tiene la posibilidad de ver nuevamente en acción a Joan Manuel Serrat. Y por supuesto, el sábado no fue una excepción.
Desde el momento en que ingresamos al teatro y encontramos un escenario despojado y con solo una tela de fondo, en donde luego se proyectarían imágenes muy significativas, uno tiene esa sensación. ¿Qué nos dará el Nano? ¿Será más de lo mismo?
Observando al público presente y que pronto llenaría la sala, la impresión que tuve es que todos nos hacíamos preguntas similares. Y que pronto serían respondidas.
Se apagaron las luces, y apareció en escena el gran Ricard Miralles, para tocar como solista un popurrí que entre otros contenía a “Vagabundear”. Y luego, sí, la aparición del maestro, y la apoteosis en el teatro, con la gente aplaudiendo de pié.
Aunque ha pasado casi una semana de ello, todavía recuerdo esa hermosa sensación de felicidad.
El Nano arrancando con “Cantares”, todo un himno, que la gente escuchó atentamente. Luego vinieron muchas de las mejores canciones del repertorio, en donde se destacaron muchas de ellas que no son muy difundidas por los medios. Esto me pareció un hallazgo, y ya comprobé que no sería lo mismo. Este tipo tiene la capacidad de sorprendernos siempre. Cuando canta sus canciones más conocidas y populares o cuando interpreta otras, que solo conocemos los más allegados. Eso ocurrió con “Si hubiera nacido mujer”, “La mala racha”, “La bella y el metro” y otras.
Pero como siempre, estuvieron las infaltables, “Penélope”, una versión lenta y hermosa de “De vez en cuando la vida” que fue muy emotiva, la muy conmovedora “Esos locos bajitos”, que siempre me emociona hasta las lágrimas, ¿será por la edad?, y también, por supuesto, “Fiesta” y para terminar “Lucía”, con el aplauso estruendoso e interminable de todos los que estábamos en la sala.
Un párrafo aparte merecen los proverbios orientales que utilizó durante todo el espectáculo con mucho sentido del humor, y que, sin saber si eran o no ciertos, logró una gran complicidad de todo el público, que festejó con sonrisas, aplausos e intercambio de palabras, cada uno de ellos. “Vive cada día como si fuera el último, en algún momento acertarás…”, muy ingenioso.
En efecto, no fue más de lo mismo, ya que el Nano tiene la capacidad de asombrarnos, con cada nuevo arreglo de viejas canciones, con cada nueva armonía, con cada nuevo gesto. Estas canciones universales, y la creatividad de Serrat nos llevan a esos mundos de los que no queremos volver.
Creo que vale la pena señalar algo de lo que decía Yupanqui: “Sí, la tierra señala a sus elegidos y al llegar el final tendrán su premio. Nadie los nombrará, serán lo anónimo, pero ninguna tumba guardará su canto”. Creo que esto pasará con Serrat, porque ya es un elegido de las tierras latinoamericanas, y su canto pertenecerá al imaginario colectivo, y así como señaló el camino para muchas generaciones, creo que estas canciones universales y sin tiempo lo harán con las futuras, las de nuestros herederos.
Deseo agradecer a la vida el poder verlo, escucharlo, disfrutarlo, y poder compartir estas experiencias con las amigas y amigos. Y también agradecer a mi compañera, Peque, el haberme acompañado y compartido este concierto muy especial. La vida no hace todos los días estos regalos!.
Y al final, y como siempre pasa en estos conciertos, se observa a la gente feliz y con la certeza de haber vivido un momento irrepetible.
“De vez en cuando la vida, se suelta el pelo y me invita, a salir con ella a escena”
Agustín Borthiry
Desde Río Grande - Tierra del Fuego
Noviembre 2008